jueves, 26 de febrero de 2009

Una golondrina en movimiento


Tomek Dyczewski


Una de los deseos más comunes con los que nos podemos identificar
todos en un momento u otro de nuestro caminar, es ese según el cual,
ante los cambios, en las transiciones, manifestamos una fuerte
tendencia a asirnos a lo nuevo antes de soltar lo viejo. Y con esta
tendencia a la evitación del proceso de incertidumbre y vértigo
existencial implícito en todo cambio, creo que no nos permitimos
asimilar la experiencia ni incorporar el aprendizaje vital
tácito que conlleva.No solemos disponer de buenos recursos de afrontamiento para lo
s procesos de incertidumbre que acompañan, en mayor o menor medida,
a todos los cambios vitales que experimentamos. Inmersos en ellos,
todos andamos en busca de ese manual de instrucciones que nos indique
como convertir estos procesos experienciales en escaleras con peldaño
s bien definidos. Nos cuesta reconocer que todos somos, en el fondo, los
escritores y autores de este manual. Joaquín Sabina dice en una de sus
canciones que “la vida no es un bloc cuadriculado, sino una golondrina en
movimiento” y, aun siendo una bella idea, lo cierto es que manifestamos
una fuerte inercia a mantenernos arraigados en la tierra conocida,
a asirnos
al pasado, a lo estable, a saltar de renglón en renglón de ese bloc
cuadriculado, a aferrarnos, en definitiva, a la “rama antigua”.Pero por encima de esta tendencia nuestra a la seguridad de lo conocido
(más vale conocido...) se nos muestra la realidad con sus ineludibles etapas
y sus inevitables cambios. Como se suele decir, el cambio es lo único
permanente,
y nos acompaña, como señala el teólogo inglés W.R. Inge, desde siempre,
desde el comienzo de los tiempos: “Querida, vivimos en una época de
transición,
dijo Adán cuando acompañaba a Eva fuera del paraíso”.Cambiar significa dejar atrás lo conocido, lo estable, permanente y
seguro. Implica salir de nuestro particular “paraíso”, de nuestro
“útero materno”, para poder, a través de este parto, de esta
“expulsión”, afrontar la incertidumbre del porvenir, ganarnos el
pan con el “sudor de la frente”. La mayor parte de estos cambios
, de estas pérdidas del paraíso, no suponen un grado de conciencia
ni de perturbación importantes, sin embargo, existen otro tipo de
cambios como puedan ser la ruptura de una relación de pareja
, un cambio de residencia, la muerte de un ser querido, la pérdida de un
empleo, una enfermedad importante, el paso o transito de una
etapa en el ciclo vital, etc. que requieren de una actitud de
afrontamiento importante y una mentalidad adecuada.Y digo que requieren de una actitud y mentalidad adecuada po
r las implicaciones que de ello se derivan. Pensemos que en esto
s momentos de transformación las elecciones que tomamos son muy
importantes. No está en juego únicamente la elección en sí de que se
trate en cada caso particular, sino que fundamentalmente
estamos manifestando por medio de estas elecciones
quiénes somos y quiénes vamos a ser. Nuestra
personalidad se refuerza y se va perfilando con cada
uno de los posicionamientos que realizamos en estos
momentos de crisis y de cambio.Concluimos subrayando la importancia de vivir con plenitud
cada una de las transiciones por las que atravesamos, ya
que con cada una de las elecciones que adoptamos en ellas,
estamos labrando nuestro destino. En gran medida, somos
aquello que elegimos. Nuestras elecciones influyen sobre
nosotros tanto como nosotros sobre ellas, pues si bien
nosotros tomamos la decisión de cómo actuar, ésta
elección que tomamos nos conforma como personas.
Vislumbrar un nuevo horizonte y no aprestar la nave para
la travesía es la mejor forma para quedar varados y
estancados entre dos aguas, entre dos ramas.

Sergio Huguet

1 comentario:

La riqueza está en la variedad de opiniones