lunes, 12 de abril de 2010
Cuento japones
Ilustrac: LyLe MotLey
Un campesino se fue a la ciudad
para vender la cosecha de arroz y su mujer
le pidió que no se olvidase de traerle un peine.
Después de vender su arroz en la ciudad,
el campesino se reunió con unos compañeros,
y bebieron y lo celebraron largamente.
Después, un poco confuso, en el momento
de regresar, se acordó de que su mujer le
había pedido algo, pero ¿qué era?
No lo podía recordar.
Entonces compró en una tienda para
mujeres lo primero que le llamó la
atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó el regalo a su mujer y se marchó
a trabajar sus campos. La mujer se miró
en el espejo y comenzó a llorar
desconsoladamente.
La madre le preguntó la razón de aquellas
lágrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi marido ha traído a otra mujer, joven
y hermosa.
La madre cogió el espejo, lo miró y le
dijo a su hija:
-No tienes de qué preocuparte, es
una vieja.
Anónimo
Fuente: "Me gusta la lluvia", blog
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Bonito relato, tiene mucha "miga".
ResponderEliminarCuando yo me miro al espejo ya no busco a la que fuí sonrio a la que soy, con mucho cariño y indulgencia.
Un beso
La realidad siempre esta "tocada" por los ojos de quien la mira.
ResponderEliminarLo ha explicado tan bonito Contrapunto, que poco más voy a decir.
ResponderEliminarLa imágen que veo reflejada en mi espejo no suele ser la que veo con mis ojos, sino con mi alma; es mucho más benevolente.
Un abrazo, Pluvisca.
No es facil mirarse en el espejo, y mucho menos reconocerse.
ResponderEliminarPor lo menos, a mi, me pasa!
Ahora, a mis 49 años, estoy intentando aprender a aceptar la imagen que veo en del espejo y no salir corriendo espantada!!!!
Besitos dulces.
Bonito relato, la joven y guapa esposa, si hubiera tenido su peine, no habría comprobado que aún es bella.
ResponderEliminarSolo tiene que mirar detenidamente a los ojos de la otra mujer para reconocerse, y se alegrará, y recibirá a su marido con amor.
Un abrazo.
Ese compañero tan sincero, cómo lo odio a veces. Es que no puede ser un poco diplomático alguna vez???
ResponderEliminarNo me miro mucho porque voy siempre acelerada, lo mínimo para pintarme el ojo un poco y vale.
Es un cuento precioso, reflexivo.
Mil besitos, preciosa.
Me ha encantado la historia, Pluvisca y es que toda nuestra vida depende de nuestra visión de las cosas, sea acertada o no.
ResponderEliminarMil besos y mil rosas.
Contra:
ResponderEliminarMuy lúcida estas tu hoy mi niña si señora...
Tenemos que ser indulgentes, no queda otra...
Jorge:
ResponderEliminarPor supuesto es subjetiva, pero a veces está distorsionada.
Contra:
ResponderEliminarUn abrazo que no te dije ni mu
Carmen:
ResponderEliminarSi Contra lo ha dejado claro.
Yo no sé exactamente lo que veo, pero no casa con lo que siento...
Un abrazo
anjali:
ResponderEliminarNo te quejes mujer, que yo soy mayor que tu y aún no corro jajajajaj
Un abrazo
Emilio:
ResponderEliminarEs que ser joven no es solo un vlaor añadido...por desgracia...
Un abrazo mañico
Emibel:
ResponderEliminarNo te quejes, que la sinceridad se valora mucho, ya sabes, la mayoria mienten jajajaj
Un abrazo de mirada
Malena:
ResponderEliminarY que lo digas, todo es según el color que miramos las cosas...
Hay que aprender a saber mirar...
Un abrazo